Coterapia, un ejemplo de relación para trabajar las relaciones

Coterapia, un ejemplo de relación para trabajar las relaciones

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Es un término poco conocido en la profesión de la psicoterapia, aunque su origen parte de la misma. Básicamente, se trata de que dos o más terapeutas trabajen juntos en sesión, ya sea con un cliente individual, una pareja , una familia o, incluso, un grupo. La escuela sistémica hace mucho uso de ella. Incluso de una forma creativa, no limitándose a dos profesionales, sino todo un equipo detrás de un espejo bidireccional u observando con una cámara de video en otra sala. De repente, una llamada de teléfono interno muestra su presencia con una sugerencia a la pareja de terapeutas, e, indirectamente, al entorno de la familia en sesión. Curiosamente, las familias normalizan la situación rápidamente. Quizá en épocas en que no existiera la TV, las videocámaras y las webcams, esto produciría más extrañeza, pero no es así.

Los elevados costes de dichos procedimientos relegan su práctica sobre todo a la docencia, normalmente con familias voluntarias. Sin embargo, la coterapia sencilla, la compuesta de dos terapeutas entrenados en casos de pareja o familia, es factible económicamente y produce grandes beneficios para los clientes y los propios profesionales. El beneficio más claro es que reduce sustancialmente el número de sesiones necesarias, debido a que las mismas son más intensas y provechosas, como veremos más adelante.

La terapia de pareja o de familia posee ciertas particularidades que hacen que sea importante un proceso terapéutico lo más rápido y efectivo posible. El sistema familiar o de pareja requiere una situación normalizada, sobre todo si hay niños o personas dependientes a su cargo. La terapia individual puede profundizar en los procesos internos de la persona, reparar las heridas dolorosas que nos embargan o buscar un crecimiento personal, entre otros posibles objetivos. Algunos de ellos requieren tiempo y compromiso. No es extraño un proceso terapéutico de uno o dos años, incluso más. Recordemos que la terapia breve o la psicoterapia conductual funcionan por objetivos a corto plazo, donde no tiene sentido una visión profunda de la persona. Es decir, son terapias a corto plazo para objetivos a corto plazo. Por ejemplo: dejar de fumar, vencer la timidez o tratar un síntoma como una fobia.

La terapia de pareja o de familia se sitúa entre ambos modelos. Buscan ser efectivas, lograr objetivos, algunos urgentes, y apoyar al sistema para que sea funcional lo antes posible. Pero, además, se tratan múltiples temáticas sumamente delicadas como los afectos, la intimidad o la sexualidad, que requieren un trabajo mucho más cercano, sin perder de vista el sistema en su conjunto. Se trata de un trabajo a varios niveles: comunicación, resolución de conflictos, apego, reparación de afectos, juegos de poder o duelos, la historia del sistema o su proyecto conjunto de futuro, entre otros. Cada tema necesita una distancia mínima y mantenerse con los ojos puestos en los procesos relacionales y el entorno global del sistema. Todo un reto para un equipo de trabajo. No digamos para un solo terapeuta.

La pareja que trabaja en coterapia aprende a coordinarse en el proceso terapéutico. Independientemente del estilo que elijan, ambos basan su relación en la confianza y forman un sistema. La “pareja terapéutica”, como prefiero denominar a los coterapeutas, crean sinergias que los hacen más efectivos que la suma de ambos por separado. Afectan al sistema de los clientes como un todo, además de individualmente. Exactamente igual que se comportan ellos mismos.

Por tanto, son, a la vez, un catalizador más afectivo de los cambios, y un modelo relacional sano para el sistema de los clientes. La pareja terapéutica es más capaz de distribuir el apoyo con equidad, incidir con precisión en las intervenciones, multiplicar la recogida de datos y evaluar, disponen de mayor gama de técnicas a su disposición y una mayor posibilidad de creatividad juntos. De cara a la supervisión del caso, aportan más información y una visión crítica más objetiva. Es mucho más fácil rectificar rumbos erróneos, así como más rápido. El propio sistema familiar o de pareja se ve reflejado como sistema y la personalización es menor, las resistencias disminuyen, la comunicación es más directa y el grado de intimidad mayor.

La pareja terapéutica pasa a representar un modelo de pareja reconocible para el sistema. Ven las virtudes comunicativas que quieren emular, un ejemplo de coordinación, respeto, tolerancia a la frustración, apoyo y confianza. Sea el tipo de familia que sea, son virtudes que los miembros necesitan reparar. La pareja terapéutica tiene un instrumento muy poderoso en sus manos. No depende ya sólo de su relación con los clientes y el sistema, ya que su propia relación forma un sistema en interacción con el de los clientes.

Pero no todo son beneficios. Puede haber inconvenientes. Como toda relación humana, aumenta la complejidad. Cualquier problema en esta relación profesional puede afectar a la sesión y, por tanto, a la terapia. Todo terapeuta necesita un profundo trabajo personal para poder responder a la fuerte vinculación que se produce en sesión, comprometiéndose con el paciente en servicio de éste. Esto significa que sólo se puede emplear de nuestra experiencia aquello que sirva al cliente y no a la inversa. Incluso, dando por hecho que ambos terapeutas tengan un buen proceso personal avanzado, la relación profesional que se establece requiere cuidado, unos límites y una comunicación a niveles tan íntimos como se producen en las propias sesiones con los clientes. Es decir, requiere entrenamiento, confianza para discrepar, ser capaz de hablar y dedicar tiempo a nuestras disputas e inseguridades y, en definitiva, crecer como compañeros.

Si tienen la suerte de poder trabajar con dos coterapeutas entrenados y con experiencia, sepa que es una gran oportunidad para ustedes, pues como compañeros que son, han pasado por experiencias críticas que han podido superar. Son, como mínimo, un ejemplo de esperanza. Pero también alguien que puede comprenderles y apoyarles de una forma especial.

 

Autores: Mara Boscá Fons, Javier Ferrando Esteve