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Preguntas frecuentes
Realizamos una entrevista gratuita con el cliente como primera toma de contacto de aproximadamente 30 minutos de duración. Su finalidad es conocer la temática que le ha traído a consulta, conocernos, explicar nuestra manera de trabajar y poder valorar juntos la intervención más adecuada según sus necesidades.
La duración de éste dependerá de muchos factores como el tipo de servicio, el motivo de consulta, así como los procesos individuales de cada persona. Las terapias individuales suelen ser más prolongadas que las de pareja o familiares.
El promedio de las terapias individuales tiene una duración entre 15 y 20 sesiones, pudiendo extenderse en el tiempo. Las terapias de pareja o familiares suelen comprender entre 4 y 10 sesiones.
Los factores que aceleran el tratamiento son la motivación, el compromiso, la honestidad y frecuencia de las sesiones. Los que desaceleran el tratamiento son el número de objetivos, la irregularidad, la falta de frecuencia o de motivación. La terapia va llegando a su fin a medida que se vayan cumpliendo los objetivos fijados.
Suele variar dependiendo del tipo de la intervención o servicio, la gravedad, así como la disponibilidad de la persona. Inicialmente es recomendable una frecuencia semanal en sesiones individuales y quincenales en las de pareja o familiares, pues su mayor complejidad requiere un período mayor de ajuste. La frecuencia adecuada, el compromiso por parte del cliente y la continuidad hace más efectiva la intervención. Las personas necesitan un periodo de asimilación de todo lo que se trabaja en sesión para que pueda interiorizar los avances e incorporarlos a su día a día. En las intervenciones individuales una semana suele ser un periodo adecuado. La terapia familiar y de pareja necesita más tiempo porque incluye ajustes individuales y relacionales. Su mayor complejidad hace recomendable un periodo mayor de ajuste.
Por otra parte, cada persona y sistema familiar o pareja es diferente y puede haber diferencias en estos periodos. Además, a medida que se van consolidando los avances, puede ser recomendable espaciar las sesiones, particularmente en individual, ya que la persona gana en autonomía y requiere de mayores periodos para aplicar ajustes más profundos en su entorno.
Al principio de la intervención se establecen unos objetivos para la misma. Estos objetivos son convenidos entre el terapeuta y el cliente o los clientes. Es posible que se añadan objetivos nuevos a medida que se avanza en la terapia. La persona sólo tiene que observar la lista de objetivos para ver si está avanzando en los mismos. Por ello es importante tener claros estos objetivos y que la persona tenga una visión realista de los mismos. Hay objetivos fáciles y otros difíciles. Para los más difíciles es conveniente describir objetivos intermedios, ya que estos nos darán la medida del avance en los objetivos más complejos.
Existen objetivos que dependen de otros. Por ello, deberán completarse antes de los más complejos. Al diseñar con tu terapeuta los objetivos, se tendrá en cuenta el orden adecuado.
Por ejemplo, una persona con agorafobia quiere poder volver a trabajar fuera de casa, tener vida social y viajar. Estos son objetivos complejos que necesitan de otros previos. La persona necesitará poder aprender a regularse emocionalmente con su miedo, empezar a salir a la puerta de su casa, de dar una vuelta a la manzana, de ir a una tienda de su barrio o subirse a un autobús antes de siquiera acercarse al objetivo de ir a trabajar y menos, viajar.
Ninguna persona, familia o pareja son iguales y pueden requerir una intervención diferente. Por ello recomenda

